En el entorno político del uribismo de cara a 2026, el partido Centro Democrático vive un momento de alto voltaje. Tres de sus precandidatos presidenciales —las senadoras María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y el exdiputado Andrés Guerra Hoyos— enviaron cartas conjuntas al director nacional del partido, Gabriel Vallejo Chujfi, para ratificar su respaldo al liderazgo del partido, a las reglas del proceso interno y a la institucionalidad de la colectividad. En sus misivas coinciden: “el partido no está dividido”, pese al ruido mediático que sugiere lo contrario. Por ejemplo, Cabal subrayó el deber de “fortalecer al partido y garantizar un mecanismo de selección legítimo, donde las bases tengan la última palabra”. Mientras que Valencia añadió que “el partido debe dar ejemplo de disciplina y respeto por las normas que lo rigen”. Guerra remató con que «defender las reglas del juego es defender el uribismo».

Sin embargo, esta aparente unidad contrasta con la voz discordante de Miguel Uribe Londoño, otro precandidato al aval del partido, quien públicamente denunció “vetos y sesgos” en el proceso interno, cuestionó la designación de la firma encuestadora para medir preferencias y pidió claridad sobre la actuación de sus asesores en contacto con dicha firma. Ante sus acusaciones, Vallejo respondió mediante carta señalando que no respondería “por ahora” al tono de los señalamientos, pero exigió una explicación directa: “¿Tuvo alguno de sus asesores contacto con la firma ATLASINTEL o le propuso contratarla para realizar el estudio?” y “¿usted tenía conocimiento de esa gestión?”
Este episodio ocurre mientras el Centro Democrático se encuentra en la etapa decisiva para definir el mecanismo que elegirá a su aspirante presidencial. El aparente refuerzo de unidad por parte de Cabal, Valencia y Guerra buscó neutralizar la narrativa de ruptura interna y reforzar la imagen de cohesión partidaria. No obstante, el reclamo de Uribe Londoño plantea un dilema: ¿la alarma de ruptura proviene de una sola orilla o existe una fractura profunda que aún no estalla abiertamente? En ese marco, el desafío inmediato del partido será no solo definir quién será el candidato, sino también reconectar sus filas, fortalecer su legitimidad interna y cerrar la posibilidad de que las diferencias estratégicas terminen en una fractura irreparable.