Una nueva alerta por violencia de género sacude Neiva. El pasado 26 de julio, una mujer denunció públicamente a su expareja, identificado como Aldemar Manrique, por un presunto intento de feminicidio. El hecho ocurrió después de que ella se encontrara en un bingo con compañeros de trabajo y él, visiblemente embriagado, reaccionara con agresividad ante su presencia con otros hombres.
La víctima relató que, al tratar de huir, se desplazó en motocicleta hacia su casa en Tello, mientras él la seguía en camioneta, exigiéndole que fueran a su apartamento. En un semáforo, él la embistió violentamente. Aunque sobrevivió, la mujer sufrió heridas graves en piernas, brazos y otras partes del cuerpo, y actualmente enfrenta un proceso de recuperación física y emocional.

La reacción del agresor fue desconcertante: apenas diez minutos después del atropellamiento, ella recibió audios donde él la trataba con aparente normalidad, simulando preocupación y cariño, a pesar de que testigos lo habían identificado como autor del ataque.
Más allá del acto de violencia, la víctima denuncia graves fallas institucionales: ni la clínica donde fue atendida ni la Fiscalía activaron la ruta de atención integral a víctimas de violencia, y el caso fue inicialmente registrado como un accidente de tránsito. La secretaria de Salud de Neiva, Lilibeth Galván, confirmó la omisión en el reporte como evento de interés en salud pública y anunció notificaciones formales a instancias como la Superintendencia de Salud, en busca de sanciones si corresponden.
Organizaciones feministas en Neiva han expresado su indignación y exigido respuesta rápida y efectiva de parte de la justicia. Este episodio no solo refleja la vulnerabilidad persistente de las mujeres frente a la violencia de género, sino que plantea cuestionamientos urgentes sobre la capacidad institucional para protegerlas.