Con el propósito de proteger el Parque Natural Regional Corredor Biológico Guácharos-Puracé y garantizar la seguridad alimentaria de las familias que habitan dentro de esta área protegida del Huila, la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena – CAM promueve la siembra de huertas comunitarias lideradas por mujeres rurales.

Y es precisamente en la vereda Marsella del municipio de San Agustín donde se teje esta historia. Allí, un grupo de mujeres, organizadas en la Asociación Guardianas de la Madre Tierra, cultivan cebolla, zanahoria, lechuga y plantas medicinales, mientras conservan los suelos, los bosques y el agua del territorio.
“Nos unimos seis mujeres que ya veníamos trabajando desde antes con cebollas. Después seguimos con la CAM, con quienes hemos cultivado más hortalizas y plantas medicinales. Todas acordamos una fecha para trabajar juntas y las que no pueden reponen en otro día”, cuenta María Quinayas Anacona, una de las líderes del grupo.
La iniciativa surgió en 2024 cuando la autoridad ambiental del Huila identificó a un grupo de mujeres organizadas y asentadas al interior del área protegida. Llysel Suárez Collazos, profesional de la CAM, explica que “inicialmente estaban trabajando huertas orgánicas familiares, entonces en cooperación con el equipo técnico de la corporación decidimos fortalecer su trabajo, entregarles insumos, brindar formación en la elaboración de abonos orgánicos y acompañarlas con asistencia técnica continua”.
La única condición para recibir este apoyo es que trabajen en comunidad, aunque no estén legalmente constituidas, si deben estar convencidas y comprometidas a conservar los recursos naturales de la región.

Apoyos para la sostenibilidad
La CAM ha entregado a estas mujeres herramientas como plásticos, semillas, bombas de fumigación, bioinsumos, canecas y bandejas de germinación. Con estos materiales han implementado una huerta semitechada que, además de producir alimentos saludables, se ha convertido en un espacio de aprendizaje.
“El apoyo que hemos recibido es mucho, porque antes cultivábamos de forma independiente. Ahora trabajamos unidas y recolectamos productos para nuestras familias. Sin olvidar que nosotros nos organizamos con la idea de cultivar pero también conservar el medioambiente, el agua, la flora y la fauna. La CAM nos dio esta huerta con semitecho y eso ha sido clave para seguir avanzando”, señala Fabiola Martínez, otra de las integrantes del grupo.
Ricardina Anacona, también beneficiaria, agrega: “Hemos recibido acompañamiento técnico, mangueras, semillas, plásticos, abono y eso nos ayuda a trabajar mejor sin afectar la naturaleza”.
Para la CAM, este tipo de proyectos representan una alternativa real de conservación comunitaria. Así lo afirma Óscar David Rodríguez, profesional transversal del sur y occidente del Huila: “Con las comunidades venimos acompañando todo el proceso de implementación de los proyectos productivos. Ven en nosotros una esperanza porque compartimos el conocimiento para manejar adecuadamente los recursos que tienen en sus predios”.

Relevo generacional
En la huerta comunitaria también se vive un proceso de relevo generacional. “Aquí hay mujeres de distintas edades y cada una tiene su papel”, destaca Nancy Helena Navia Martínez. Así, el conocimiento y el amor por la tierra se transmiten entre abuelas, madres y jóvenes.
Más que sembrar alimentos, estas mujeres siembran futuro. Conservan el ecosistema del Parque Natural Regional Guácharos-Puracé con prácticas tradicionales y sostenibles, mientras fortalecen la autonomía alimentaria de sus familias.
“El mensaje es que trabajemos unidos por la conservación. Cuando actuamos en comunidad, el impacto es mucho mayor y este corredor biológico es ejemplo de ello”, concluye Llysel Suárez.