En las cárceles de Colombia, la población trans vive una realidad marcada por la discriminación y la falta de garantías básicas. Así lo revela un análisis del Instituto Rosarista de Acción Social (Seres) de la Universidad del Rosario, que advierte que este grupo enfrenta una triple vulneración: las deficiencias del sistema penitenciario, las condiciones del encierro y los riesgos derivados de su identidad de género.

Uno de los puntos más críticos es el acceso a la salud. Según Valentina Villamarín, investigadora del Instituto Seres, el sistema penitenciario no ofrece atención con enfoque de género: “No se trata solo de tratar enfermedades, también de acompañar procesos de transición, garantizar endocrinología y un suministro adecuado de hormonización. Sin eso, muchas personas trans terminan recurriendo a tratamientos caseros que ponen en riesgo su vida”.
El estudio también señala que en la mayoría de cárceles no existen espacios seguros. Mujeres trans permanecen en pabellones de hombres y hombres trans en femeninos, lo que los expone a violencia física y psicológica. Aunque en lugares como la cárcel La Picota, en Bogotá, o en Villahermosa, en Cali, se han abierto espacios más incluyentes, son excepciones dentro de un sistema que, en la práctica, sigue ignorando sus derechos.En 2023, el INPEC reportó 243 personas trans privadas de la libertad, pero la cifra estaría subestimada, ya que muchas evitan revelar su identidad por miedo a represalias.

El Instituto Seres también advierte sobre la necesidad de capacitar al personal de custodia y vigilancia. Actualmente adelanta un diplomado con funcionarios del INPEC para trabajar en enfoque diferencial, resolución de conflictos y prácticas restaurativas. “No basta con que exista una ley antidiscriminación; es necesario que los guardianes aprendan a aplicarla en lo cotidiano, desde el trato verbal hasta la prevención de abusos”, explicó Villamarín.El panorama deja en evidencia que la población trans en las cárceles no solo enfrenta el castigo de la privación de la libertad, sino también la exclusión y la falta de un sistema que reconozca sus necesidades particulares.