Lo que parecía un accidente menor cambió por completo la vida de Mónica Gómez Ortiz, una niña de 10 años de San Vicente del Caguán. Un golpe en la pierna mientras montaba a caballo desencadenó una infección grave que comprometió sus pulmones y puso en riesgo su corazón.
Tras ser atendida inicialmente en hospitales de su municipio y en Florencia, fue trasladada a la Clínica Medilaser en Neiva, donde los médicos recurrieron a una tecnología poco común en la región: la terapia ECMO (oxigenación por membrana extracorpórea). Este procedimiento funciona como un soporte artificial que reemplaza el corazón y los pulmones, permitiendo que el organismo se recupere mientras mantiene con vida al paciente.
“Es la última alternativa cuando los órganos fallan. Nos permite oxigenar la sangre fuera del cuerpo y darle al paciente la oportunidad de sobrevivir”, señaló la doctora Lucía Casanova, pionera de este programa en la institución.
El ECMO, que antes obligaba a largos traslados a Bogotá o Medellín, hoy está disponible en Neiva gracias a un equipo multidisciplinario de especialistas, perfusionistas y enfermeras ecmólogas. Allí se han tratado desde recién nacidos hasta adolescentes y adultos con cuadros críticos.
La familia de Mónica ve en este procedimiento un verdadero milagro. Su madre, Francy Lorena Cortés, asegura que cada avance es una nueva esperanza: “Verla respirar sin el ventilador y escucharla hablar de nuevo es lo más grande que nos ha pasado”.Su abuela, María Isabel Sánchez, lo describe como un renacer: “Cuando abrió los ojos y me pidió que la tomara de la mano, sentí que estaba volviendo a vivir”.
El caso de Mónica refleja no solo la importancia de la tecnología médica de última generación, sino también la posibilidad de que niños de zonas apartadas accedan a tratamientos de alta complejidad sin salir del sur del país. En palabras del equipo médico, el ECMO significa tiempo, y en este caso, tiempo para que Mónica vuelva a soñar con su futuro.
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